¿Qué Copenhago aquí?... Ahora también panamaño

Aventuras y paranoias de un maño exiliado en la glacial Dinamarca y que ahora buscará fortuna a la orilla de los mares del sur

martes, 20 de enero de 2009

En la tierra de los Kunas

Retomo el post de ayer donde avanzaba un viajecito.

Pues sí, tras la intensa nochevieja en Punta Barco, un grupo de intrépidos formado por dos panamaños, un madrileño boliviano, un argentino y una rumana nos encaminamos a San Blas, una zona de islas del Caribe panameño y que gestionan los Kunas, uno de los grupos indígenas oriundos de estas tierras.

El periplo fue... con retraso, habíamos acordado con el chófer que pasase a las 5 de la mañana, se presentó tarde, tuvimos que ir a buscar a otro grupo, sobraba gente, no pasa nada, ahora pasan a buscarlos otro coche y nos vamos... el otro coche nunca llegó: solución, tras 2 horas esperando nos fuimos 9 personas en un 4 x4 (más el conductor, claro él iba cómodo). Al llegar tarde tampoco estaba esperando la persona que nos llevaba en el cayuco a la isla de turno, así que apaño de última hora y nos vamos con su sobrino. Lo que tendría que haber termiando a las 11.30 se extendió hasta las 16.

Pero bueno, algunas cosas en Panamá funcionan así y no hay nada que hacer, paciencia y a disfrutar. Así lo hicimos, la verdad es que las islas de la zona son de postal (una pena que sus habitantes no las cuiden demasiado); el agua de color turquesa, con muuuchos pececitos cerca de la orilla, lo que permite hacer buceo (con tubo) a 20 metros de la orilla, cierto que tampoco se ve gran cosa, pero yo estoy encantado (debe ser porque soy nuevo en esta afición y todavía no he visto mucho jajaja). El tiempo no acompañó del todo, no llovió durante el día, pero sí que todo estaba encapotado, lo que le da también algo de encanto ya que la luz qudaba muy curiosa tamizada.
Aprovechando la experiencia de Davinia, cogimos un bote para ir a Isla Perro, creo que se llamaba así. La isla en sí no tiene mucho, palmeras y algunos Kunas que venden cocos, patacones, etc. pero la playa es de arena blanquísima y, entre dos islas, hay un barco hundido donde han agarrado los corales y han llevado toda clase de peces.

La vuelta fue dura, llegamos una vez más con retraso (sorpreeesa), cansados pero felices.

La visita fue breve, hay que repetir, pero mereció la pena; sin lugar a dudas lo mejor fue la compañía, un grupo de muy buena gente con la que da gusto viajar!

Muchas gracias Jorge (que Santa Cruz te trate bien), Germán, Andy y Davinia!!!

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