¿Qué Copenhago aquí?... Ahora también panamaño

Aventuras y paranoias de un maño exiliado en la glacial Dinamarca y que ahora buscará fortuna a la orilla de los mares del sur

martes, 7 de febrero de 2012

Terremotos

Nunca imaginé que alguna vez en mi vida viviría un terremoto. Los que seguís a menudo el blog sabréis que a lo largo de mi estancia en Centroamérica tuve la oportunidad de vivir varios, muy pequeños, casi inapreciables, tanto que fue mi compañera Eva quien me lo decía mientras yo, escéptico una vez más, le decía que igual lo había soñado y no era sino otro delirio de su sonambulismo.

La verdad es que cuanto más pequeños sean más te pueden afectar, en la cama, descansando, notas un pequeño temblor que te sacude el alma y va recorriendo tu espalda; te erizas como un gato, aguantas atónito el escalofrio que escala por tu columna hasta que no puedes más, asombrado ante lo que ocurre a tu alrededor que sin embargo resiste inmóvil...¿Acaso soy sólo yo quien está viviendo este terremoto?

Definitvamente, aunque no caigan paredes, no muevan lámparas ni desplacen muebles, los terremotos inapreciables que hacen que reacciones muy primariamente están ahí, su constante tempo suave se te mete en la cabeza haciendo que ésta te vaya a mil pensando en cuándo va a terminar y qué va a ocurrir, su compás rítmico y preciso como un reloj puede llegar a sacar lo mejor y lo peor de uno mismo sumiendote en la tranquilidad o el caos una vez terminado.

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