Y octubre casi pasó, pero él seguía en el mismo sitio
Lunes 26 de octubre de 2009, un día tan bueno como otro cualquiera para actualizar el blog, esta vez desde la serenidad que dan los nuevos 30 años recién estrenados. No me acostumbro por ahora, sigo pensando que tengo 29, requiere tiempo, imagino; un cambio de década no se hace todos los días, ni años… afortunadamente.
El caso es que esta época es la típica en la que haces balance de tu vida. Con un rápido vistazo atrás confieso que no pensaba que con 30 años seguiría siendo becario, pero la verdad es que tampoco pensaba que viviría en Panamá. Si esto lo veo con tan precario análisis seguramente que en uno más meditado las conclusiones serán más largas pero parecidas. Puedo quejarme, patalear, llorar, gritar por muchos temas, pero ¿para qué? Sólo sé que, sorprendentemente, este cumpleaños no fue tan temible como podría parecer ni tan melancólico como suele ser; el comienzo de esta época, como he dicho varias veces aquí, no me hace demasiada gracia. Noviembre sigue siendo mi caballo de batalla, como el del Barcelona , como la Cuaresma tras el Carnaval, El Pilar y mi cumpleaños son un preludio.
Por lo demás por fin conseguí asistir a una de las famosas celebraciones del 12 de octubre; tuve la oportunidad de conocer brevemente a los nuevos becarios ICEX (se les ve tan jovencitos jaja) y tomarme un par de copas de vino, algo de picoteo y ver un espectáculo de flamenco; algo que no haría en España; ¡cómo cambian las cosas cuando estás fuera!
Para mi cumpleaños uno de los objetivos previstos era no pasarlo en Ciudad de Panamá; así que lo pasé en Isla Grande, en un sitio tranquilo pero precioso y con una mejor compañía. Viajar en carro, en bote, andar descalzo por medio de una isla embarrada, subir a lo alto de un faro abandonado que se movía con las ráfagas de viento y que parecía sacado de una película de terror, coger las langostas más grandes que jamás haya visto y recibir y hacer llamadas de y a España; todo esto no lo haré en España y, como dice la publicidad, ¡no tiene precio!
Para rematar la faena este fin de semana pasado por fin fuimos al famoso desayuno chino… ñam, ñam, ¡qué cosa más rica! Y, para seguir diciendo adiós a María, viajecito en velero a Taboga… todo el día en un barquito y en el mar, comiendo bien, bebiendo mejor y en muy buena compañía.
Así todo, para celebrar que ya soy un lobezno de mar… Fiona Apple y su Oh Sailor!